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INTERACCIONES QUE PARTICIPAN DE PROCESOS COEVOLUTIVOS

En principio todas las interacciones pueden participar de procesos coevolutivos. Pero los resultados son diferentes. Así, en una interacción competitiva, el resultado esperable es que ambas especies se separen, por lo que no hay usualmente constancia a escala temporal larga del proceso coevolutivo. Algunos autores sugieren que los fenómenos de desplazamiento de caracteres sería el resultado de procesos coevolutivos mediados por la competencia.

·                    Interacciones antagónicas:

Usualmente producen una vinculación temporal entre la presa y el depredador (u hospedador y parásito), aunque la tendencia de la presa es a escapar del depredador evolutivamente hablando.

·                    Interacciones mutualistas:

Producen una vinculación entre ambos organismos y es esperable que la interacción sea duradera ya que ambos se benefician de la interacción.

Un buen ejemplo de mutualismo es la coevolución de las flores y sus polinizadores:
 
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Las plantas que producen recompensas a los polinizadores no lo hacen porque quieran alimentarlos gratuitamente, esta característica evolucionó porque asegura la llegada del polen a otras flores de su misma especie y de esta manera pueden dejar más descendencia. Las plantas que no invierten en recompensas, como los pastos deben producir una cantidad mucho mayor de polen, pues dependen del viento para la polinización cruzada. De igualmente manera, los polinizadores no visitan las flores porque estén interesados en ayudar a las plantas a reproducirse, ellos simplemente van en busca de una fuente de energía que les permite seguir viviendo y eventualmente reproducirse y dejar descendencia también.


Algunos casos de coevolución han llevado a que solo una especie de polinizador pueda acceder al néctar de una especie vegetal, por lo que esta última terminará dependiendo de la existencia de este polinizador para hacer llegar su polen a los estigmas de otra flor de la misma especie. Este caso se presenta en la orquídea estrella de navidad (Angraecum sesquipedale).
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Mutualismo simbiótico:

Las relaciones simbióticas que vemos hoy entre plantas y polinizadores se iniciaron hace muchísimo tiempo. Las primeras angiospermas dependían del viento para su polinización, al igual que sus parientes las gimnospermas (pinos y especies relacionadas). En ellas el ovario produce un exudado pegajoso el cual atrapa los granos de polen que llegan a él. Este exudado contiene proteínas y azúcares que sirvió de alimento a los escarabajos. Los insectos que dependían de esta forma de alimento empezaron a transportar accidentalmente el polen de una flor a otra. Después se llevó a cabo la evolución de los nectarios y de las corolas llamativas. Originalmente el carpelo tenía forma de hoja, pero este se plegó sobre si mismo evitando que los polinizadores se alimentaran del óvulo. Hace 65 millones de años, iniciando la Era Cenozoica, aparecieron las primeras mariposas, avispas, abejas y polillas, lo que indica que la evolución de las señales y recompensas estaba muy avanzada, ya que los adultos de estos insectos se alimentan casi exclusivamente de los productos florales. Durante los últimos 65 millones de años, la evolución ha producido varios conjuntos de señales (o síndromes) particulares en las plantas que han coevolucionado con animales polinizadores.

Por ejemplo, muchas especies de moscas son importantes polinizadores de plantas. Las moscas que son atraídas por el olor de la carroña, porque allí depositan sus huevos, polinizan flores que han desarrollado el color, la textura y aún el olor a la carne en descomposición. La presencia de estas características en las plantas recibe el nombre de síndrome de miofilia. Un ejemplo de estas plantas son la Raflessia y Huernia.
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Los mamíferos no son famosos por sus actividades como polinizadores, sin embargo los murciélagos son la excepción. Al ser estos más grandes que las aves requieren flores más grandes y con más néctar, y como los murciélagos visitan las flores de noche estas poseen aromas intensos en lugar de colores vivos. La presencia de estas características en las plantas recibe el nombre de "síndrome de quiropterofilia".
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